viernes, 24 de octubre de 2014

A destiempo

Hay personas que llegan poniéndotelo todo patas arriba y la vida te lo pone patas abajo. Hace unos días pensaba en lo bonito que podía ser algo corto pero intenso, y es que la intensidad es lo que marca todo. Qué pena que haya personas que no lo sepan aprovechar o que no se dejen enseñar. Qué jodido es que te pongan una prueba que sabes que no puedes superar.

Qué puta es la vida que te presenta algo parecido al amor para luego quitártelo, como el que quita un caramelo a un niño. Te lo da a cientos de kilómetros, te lo da en la puerta de tu casa o te lo da sin corresponder. Cierras los puños de rabia, no tienes la culpa.

Sin embargo, a veces te dejas llevar y firmas un contrato que huele a caducidad, ese en el que te quedas con ganas de besar, a medio abrazar y sin querer mirar atrás. Y aún así te tachan de cobarde, como si luchar en un batalla perdida no fuera de valientes.

Y tarde o temprano te das cuenta de que eso tiene que acabar, quién sabe si se podrá empezar e intentar en otra situación o lugar, o a lo mejor solo es otro final. Lo que sí sé es que es muy difícil firmar contratos con fecha de caducidad.


O querer a destiempo, que es lo mismo.

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