sábado, 29 de noviembre de 2014

Somos invierno

Invierno. Las hojas caídas marcan nuestro camino con algún que otro resbalón. La lluvia que antes nos mojaba, ahora cae alrededor. Y mucho tiene que ver ese paraguas que sostiene tu mano, o quién sabe si tu  corazón.

Paso a paso, poco a poco. Nos recreamos. Vemos como siguen cayendo aquellas piezas de nuestro sendero. Y la lluvia cae con más fuerza, como si quisiera saber hasta qué punto puede soportar nuestro paraguas. Y reímos como dos majaras bohemios que llaman felicidad al agua que salpican nuestros pies. Y entre la niebla, miradas claras que vienen a decir las ganas que tenemos de mordernos la boca. Y caminamos agarrados porque la distancia nunca nos gustó.

El frío es testigo cuando nos callamos a besos. Y llamamos hermano al viento por hacer que nos abracemos como bufandas al cuello. No necesitamos abrigos si así seguimos. Que el agua siga cayendo con fuerza y el paraguas se sostenga firme. Me encanta que seamos invierno.

sábado, 22 de noviembre de 2014

Entre las sábanas y el amancer

Encontré la cura en tu saliva. Bendita vacuna que cura mi locura. Me siento más viva. Hablemos de vida y presente. De que no me despiertes si no son con besos de versos acompañados de café. De música en tu piel. De pies fríos y manos calientes. De miradas y suspiros del deseo de tenerte, y que estés.

Y en la ducha, enseñamos nuestras heridas y las borramos. Cuerpo a cuerpo deseándonos otra vez. Y entre risas el agua es testigo del por qué hace eso y yo me dejo hacer. 

¿Hay tiempo para otro "café"? Es un vicio ya lo sé. Aun así nos lo servimos doble y encima irlandés. Buen estimulante, prepárate.

La sonrisa cierra la puerta y pasea por la calle ante la mirada de los curiosos. Piso fuerte y tiemblan lo cimientos de mi vida. Tranquilos, no se va a caer, solo se sorprende de verme feliz y viviendo algo que nunca creí tener. Porque al regresar a casa allí estará deseando que volvamos a hacer café.


Entre las sábanas y el amanecer.


martes, 11 de noviembre de 2014

"Tormenta, señor Luis"

"Tormenta, señor Luis", decía mi padre a mi abuelo al entrar por la puerta de casa. Hasta que llegó la calma. Y ahí, se te viene el mundo encima. Empiezas a saber lo que significa esta vida cuando algo se pierde y conoces el echar de menos de verdad. Pronto o tarde, nunca será justo.

Así que, hay que dedicar la entrada a esas personas que llevan su lucha grabada en las arrugas. Marcas de edad que te hablan de todos sus momentos, de la felicidad, del sufrimiento, de la superación y el coraje. Escribo rodeada de ellos y creedme, cuánta admiración. Hay historias que te las cuenta su mirada y su bastón: el pan con aceite del desayuno, los pucheros para comer y el vasito de leche antes de dormir. La guerra de aquel y la que aprendió a coser porque su madre lo hacía también.


Mucho de lo que hoy somos nos lo han enseñado ellos. Sus cuentos y anécdotas, las partidas de cartas o las de dominó. Las escapadas al parque y el dinero que te dan "sin que se entere nadie". Que de los 50, 60 o 70 kg que pesamos la mitad los hemos cogido en su casa y aun así todavía nos hacen un bocata para llevar. Se quieren poner al día de nuestra generación con el "Tuitir" y el "Feirbu" mientras nosotros añoramos las conversaciones de calle hasta las tantas, y cómo correteábamos con los nietos de las vecinas del barrio. Esos abrazos y besos que significan eternidad. Y el sentido del humor tan característico que te hace pensar si ha perdido la cabeza. Y que "jartá".

Tener abuelos/as debería ser una necesidad básica de la vida. Pero, repito, esto no es justo. Y sé lo jodido que es no conocer a uno, como también perder a otro. Pero he tenido la suerte, y todavía sigo teniéndola, de aprender de ellos. Y a los otros he llegado a quererles como ellos me querían antes de nacer.

Por ello, a los que tenéis, aprovechad y a los que os faltan, no olvidéis. Y recordad todo lo que os han dado sonriendo entre lágrimas. Aspiro y deseo que algún día pueda llegar a ser, por lo menos, la mitad de lo que ellos fueron y son. Y hacer con mi nietos todo lo que han hecho ellos por mi. 

Tengo que dedicar esto a la persona que ayer me decía que de dónde sacaba tanta palabra. "Mente de periodista", me dijo. Yo prefiero decir mente de corazón. Sitio donde entre otras cosas, la guardo y quiero yo.

Qué haría yo sin mi yaya. 

"Los abuelos deberían ser eternos"

viernes, 7 de noviembre de 2014

"Nuestra batalla de cabeza y corazón"

Cuántas veces la mente ganó la partida, cuántas veces pensamos más de la cuenta hasta el punto de llegar a dar la razón a algo que no la tiene. Decimos que no puede ser y no reparamos en que a lo mejor sí. ¿Qué es lo que te empuja a hacer caso a algo que te puede destrozar? Dejaos de morbos, que la cabeza más de una vez te hace perder. Mandad al carajo al diablo y a todos aquellos sé lo que nos va a pasar que no hacen otra cosa que subestimar al destino o a la casualidad, como lo queráis llamar.

Sabéis, se puede pensar con algo más, incluso es más morboso que eso con lo que lo solemos hacer, pues pocos pueden entrar. Y no es tópico, créeme, que cuando llegue lo sabrás, aunque raro es que no te haya pasado ya. Abrid un poquito más eso que suele estar a la izquierda. Hay que hablar, pensar, sentir, perdonar, amar con ello. No hagas que otra cosa decida por él y te persuada.
Joder, tenéis que estar hartos de elegir aquello por lo que ni sentís ni padecéis, de engañar a personas y destrozar autoestimas. Luego no vengáis llorando si el karma actúa y os la devuelve, que os estará clavando vuestra propia espina. Y joder, más hartos tienen que estar los que no pueden cruzar las líneas por esas cadenas que los agarran, por no poder abrazar la libertad y no dejarse llevar. Inclinad la izquierda todo lo que podáis que no todo se basa en la derecha. Idos preparando que empieza la batalla y hay una buena forma de ganarla.

Si vais a pensar que sea para romper esas cadenas y poder llegar al tramo y solución de vuestra batalla de cabeza y corazón, para que en el centro podáis encontrar un poco de paz interior, que sientas y que te dé la razón o que no sientas y evite la destrucción.

Y ya veis lo que puede hacer la combustión mezclándose con la frigidez, el amor mezclado con la razón y tu cuerpo y tu voz unido con tu cabeza y corazón.

¿Hay algo mejor?





miércoles, 5 de noviembre de 2014

Lucha

Tengo la palabra 'luchar' grabada en mi piel, amenazada en ocasiones por la cobardía de alguna parte de mi mente. He descubierto que suena mejor un 'puedo conseguirlo' que las muchas bocas que me dicen 'lo puedes hacer'. Y es que con un yo interior alentado tengo la bastante solidez para plantear un guion e incluso dejarme llevar.

Dicen que quien la sigue la consigue, pues bien, yo lo voy siguiendo, y lo hago andando, corriendo, saltando o arrastrándome si hace falta. Recordad que la palabra tatuada me hace continuar, agarrar la toalla un poco más. Y tengo que decir que la capulla te llena de energía, fuerza y vitalidad. Que te envuelve en ganas de comerte el mundo y te hace vomitar todo aquello que contenga pesimismo y fracaso.

Y maldigo a la cobardía que nos mira a los ojos y hace que bajemos la mirada. Que nos quita los sueños, que hace parecer malo lo bueno y que nos deja siempre con la duda. Maldita, nunca se va. Así que, con media sonrisilla un día te da por sostenerle la mirada y te encuentras con la primera batalla ganada. Qué bien se ve la vida sin ir con la cabeza gacha.

Ya sé que los combates a veces no terminan en victoria, pero si pierdo que sea por luchar porque así caerse está permitido. Me levantaré y llena de magulladuras lo volveré a hacer. Y pelearé contra viento y marea, contigo, y contigo también. Que no me digan que nunca lo intenté.

No me da miedo perder, lo que me da miedo es olvidar esa palabra que me hace mirar al frente y que late en alguna parte de mi yo interior.

Lucha.