A veces escribir es hacer magia.
Así que no os creáis todas las palabras porque puede ser el truco emocional
más cruel. Puedes ser la protagonista o te libras de las cajas. Y aun así las
espadas te rozan la espalda. Me saco de la chistera sentimientos que no he
hecho míos pero siento, y escribo sobre
el amor con más fe que un sacerdote leyendo la Biblia.
He regalado versos a desconocidos
y no me han sonreído. Tengo que ser una herida tan abierta que no se quiere
cicatrizar. Y el miedo impide lamerla hasta convertirla en flores de un jardín
primaveral. Y ahora que es casi verano, la sequía se avecina y necesito tanta
agua que ninguna saliva va a saciar la sed.
Y en estos tiempos en los que las
cabezas se pierden malamente y el corazón se nubla me prefiero así a caer en un
colchón de mentira. A mirar a los ojos y no sentir ni las miradas, a desgastar
sonrisas en bocas que no abrazan.
Tengo el alma desbocada vomitando
verdades, la cabeza dialogando con el corazón, el cuerpo criando alas. Me estoy
diciendo adiós para volver a empezar.
Porque yo nunca me abandono.