sábado, 13 de junio de 2015

Tic tac, tic tac...

No dejo de escuchar el tic tac
del segundero de los relojes
tristes.

Toco los minutos en la piel hecha
lágrimas
y los acaricio para que no se
paren.

Parecen ir más lento de lo normal
pero marca,
marca vida en las venas.

Puede que la sangre este año circule
desganada
o que el corazón no bombee felicidad,
que solo solloce.

El tiempo
-aunque no lo parezca-
nos quiere libre.
Y la libertad no es sinónimo de tristeza.

La muerte nos roba,
pero enseñadle al ladrón
que tenemos un corazón que late
recuerdos.

Véis, así,
SONRIENDO.

¿Os cuento un secreto?
Ellos también lo están haciendo.






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