Desperdicié vida contando lunares
teniendo tus pupilas
mirándome y gritando que te salve.
Que te saque de mares rebeldes
y revueltos en otras aguas.
Y te seque,
para volverte a mojar
en las mías calmadas.
Te encontré de puntillas como si la arena
quemara
y solo querías alcanzar el sol.
Como niña curiosa que no se conforma con
sus espinas,
que también quiere las mías.
Nos abrazamos
y nuestras lenguas se convirtieron
en flores
de muchos colores, de muchos olores
y con mucha sed.
-Ves, no pinchamos,
todavía hay rosas que no hacen daño-
Apúntame,
aquí o allá
estoy hecha a prueba de balas
-de momento-
aunque pierda los colores.
Todo tiene su explicación...
Sonríe,
que es poesía.
Ya has gastado la primera bala y has ganado un punto en tu salvación.
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