Gastamos la vida a la primera oportunidad. A partir de entonces solo buscamos romper el esquema, recomponerlo y volverlo a romper. Creo que somos parte de aquello que sentimos por primera vez, o incluso diría que somos esclavos de la primera vez. Es de locos, pero por más que lo intentamos solo buscamos aquello que surgió y que, probablemente, no surgirá jamás. Nos empeñamos en comparar lo incomparable, vivir en lo conocido antes que en el por conocer y fallar en los aciertos y acertar en los fallos.
Nos cuesta creer que lo perdimos todo a la primera de cambio y nos faltan dos pares para reconstruirnos. Aun así lo llevamos marcado en vena, no sé si me entendéis, es como la esencia tatuada de un momento determinado que te deja marcado para siempre. Y eso es lo que nos retuerce por dentro, porque los para siempre, en ocasiones, no son nada de bonitos.

Elegiremos sucesivamente nuestra primera vez; otro rostro, otra personalidad, otro cuerpo, pero nuestra primera vez.
Ella se encargará de recordárnoslo: "Can't you see you belong to me?"
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