lunes, 31 de agosto de 2015

Ahora que acaba el verano

Me mancho las manos de tinta para retenerlo y dejarle escapar después de besarle los meses, los días, los lugares y las personas. Ahora que agosto me mira con la mirada de siempre, que se despide con un "hasta pronto". Le hablo de lo bonito que ha sido recitarle, visitarle, compartirle, hacerle el amor.

Abro mi álbum de sentimientos  y le cuento mientras relleno el cupo de recuerdos las tardes de Retiro, el amor que hace un concierto, el Orgullo de pasear de la mano en un Madrid libre. Le enseño entusiasmada ese amanecer en la playa después de tres días con los que son más que mis personas. Le muestro el acento más bonito del sur. Sonreímos por las segundas oportunidades guardadas en los libros, en las canciones, en las noches de cerveza y en las que nos hacemos. Mientras echamos de menos nos hemos emborrachado con los putos mejores chavales de un pueblo que es muy mío. Sí, también he ansiado el otoño...el abrazo de alguien importante que conocí en la universidad y que convierte una Ciudad en Real. Me ha dado tiempo a mandar cartas que no llegaron nunca a la chica hecha de poesía (y que puso el verano versos arriba). Debería haber al menos un día a la semana en el verano para ver a las locas -que no toreras- que hacen el invierno, pero vuelan junto a su gente. Gente también la que he conocido y que dan a la vida el punto interesante que se merece.

Podría escribir otra parrafada dando las gracias por intentar llenar la parte de vida que se me fue meses atrás. Pero también puedo hablar de todo lo que quiero hacer a partir de aquí, así que cierro los ojos y me digo, me grito, me escucho: aprender, reír, amar y, sobre todo, vivir.

Me estoy permitiendo la alegría (una vez más).


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