viernes, 18 de septiembre de 2015

La mente al servicio de ... menos de ti

Pongo el vinilo que más polvo tiene,
apago las luces
a tientas tiro de las sábanas.

Chocan los botellines esparcidos por el suelo,
los pies llenos de mierda,
respiro el hedor de los cigarrillos de la muerte
que nunca fumo.

De la cama evapora el sudor del sexo
cruel,
infiel,
avergonzado,
de ti mismo.

Me tumbo en mi propio pozo,
cama hecha tumba
y los gusanos ya me comen la piel.

Estoy en un universo muy negro.
Alguien debería decirnos que las estrellas
son solo bolas de fuego.
Y ardo cada vez que pido un deseo.
Fugaz la vida que pierdo.

No sé cuántos años tengo,
ni cuando empecé a ser adicto
a la droga que está degenerando mi cuerpo.

Todo da vueltas,
estoy montado en un tiovivo que no tiene final
feliz.

Sigo muriendo en mi pozo mientras escucho gritos,
mi droga es externa
y aun así el daño es interno.

Me dijeron que tuviera cuidado,
que eso que llamaban
                                  Sociedad
no tenía nada bueno.


Era cierto.


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